Macedonio Alcala

Joseph Macedonio Alcalá Prieto

Macedonio Alcalá nació el 12 de septiembre de 1831 en Putla, Villa de Guerrero, Oaxaca. Es uno de los compositores musicales más icónicos de México, reconocido principalmente por la canción «Dios nunca muere», que ha llegado a ser considerada como un himno, especialmente en Oaxaca. Esta pieza es un vals que expresa la eternidad de Dios y el amor a la patria.

Primeros años

Hijo de Antonio Alcalá Juárez y María Guadalupe Prieto Acuña. Macedonio creció en el campo, y desde temprana edad, mostró su interés por la música. En su adolescencia, invirtió el dinero que ganó en largas horas de trabajo en el campo para pagar clases de música. Tuvo maestros que lo instruyeron en las bases del solfeo y la composición, conoció diferentes disciplinas musicales, y fue perfeccionando sus habilidades en instrumentos como el piano, violín y la guitarra.

Pronto su amor por la música lo harían destacar, ganando una beca otorgada por el gobierno de Oaxaca para continuar su formación en la Ciudad de México. Cuando regresó a Oaxaca, se unió a la Orquesta Filarmónica de Santa Cecilia, esto le permitió darse a conocer participando en eventos regionales y festividades religiosas.

El periodo en que vivió Macedonio Alcalá fue complicado para México, marcado por constantes luchas internas y externas. A pesar de ello, logró convertirse en un referente musical de su época. Su destacada dedicación a la música le abrieron las puertas para convertirse en director de la Banda de Música de Oaxaca.

Carrera musical

Formó su propio grupo musical en 1850, ganando popularidad en la región, tocaba en eventos privados, bailes y serenatas. Para ese momento ya era autor de varias composiciones musicales, siendo sus valses particularmente aclamados. En 1867 José Esperón lo invita para renovar la banda de música de la Hacienda de la Concepción en ese entonces ubicada en el Distrito de Tlaxiaco, ocupa el cargo de profesor de música.

Aunque compuso diversas piezas, su obra más emblemática y por la que es reconocido es «Dios nunca muere». Escrita en 1868, esta pieza es un vals que expresa la eternidad de Dios y el amor a la patria. Hay cuatro versiones del momento en que se inspiró a componerla, todas coinciden que estaba pasando por un momento precario tanto en lo económico como en su salud, que sus hermanos le habían negado cualquier ayuda y que al recibir apoyo de sus amigos y conocidos habría exclamado «Dios nunca muere para los pobres».

La primera versión dice que la escribió cuando aún era profesor en la Hacienda de la Concepción y habría enfermado. La segunda cuando ya estaba en Santo Domingo Yanhuitlán, Oaxaca, y acaba de recibir apoyo moral y económico de sus antiguos compañeros de la Filarmónica de Santa Cecilia. La tercera versión apunta que, tras convalecer por paludismo, recibió la visita de un amigo cercano, el flautista José Maqueo, quien al marcharse le habría dejado unas monedas escondidas bajo la almohada de su cama.

La última versión indica que un grupo indígenas provenientes de Tlacolula visitaron al maestro, cuando se encontraba viviendo en la Ciudad de Oaxaca mientras se recuperaba de sus problemas de salud, estos le habrían pedido una pieza musical en honor a la Señora de la Asunción, quienes le habrían pagado y Alcalá, enfermo y sin dinero habría gritado: “Dios Nunca Muere, siempre está pendiente de sus hijos”.

Últimos años de Macedonio Alcalá

A pesar de destacar en la música, Alcalá no ganaba lo suficiente como para que su familia llevara una vida digna. Sumido en la depresión, buscó refugio en el alcohol, lo que contribuyó al deterioro de su salud, siendo determinante haber enfermado de tuberculosis.

Cualquiera que haya sido el motivo de la composición de «Dios nunca muere», tras ser publicada trascendió rápidamente las fronteras de Oaxaca. Lamentablemente el Macedonio Alcalá ya no pudo ver la majestuosidad de su canción, falleció a causa de su enfermedad en la Ciudad de Oaxaca a la edad de 37 años, el 23 de agosto 1869. Macedonio Alcalá falleció en la pobreza, dejando viuda a Petronila Palacios, y en la orfandad a sus tres hijos: José de doce, Ignacio de diez y Soledad de nueve años. Su hijo mayor Francisco José Alcalá se convirtió en músico y compositor.​

Aunque su legado musical no es extenso, la calidad y la trascendencia de su principal obra lo han inmortalizado en la historia de la música mexicana. En 1930, en reconocimiento a su aporte cultural, el teatro casino Jesús Carranza que antes se llamó Mier y Terán, cambió su nombre por el de Teatro Macedonio Alcalá, manteniendo en la memoria de Oaxaca al ilustre compositor del himno oaxaqueño, el cual se toca en la Guelaguetza que se celebra cada año en el Cerro del Fortín.

Letra de «Dios Nunca Muere»

Muere el sol en los montes con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa nos conduce a morir.

Pero no importa saber que voy a tener el mismo final porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá.

Voy a dejar las cosas que amé, la tierra ideal que me vio nacer; pero sé que después habré de alcanzar la dicha y la paz que en Dios hallaré.

Sé que la vida empieza en donde se piensa que la realidad termina.

Sé que Dios nunca muere y que se conmueve del que busca su beatitud.

Sé que una nueva luz habrá de alcanzar nuestra soledad y que todo aquel que llega a morir empieza a vivir una eternidad.

Muere el sol en los montes con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa nos conduce a morir.

Pero no importa saber que voy a tener el mismo final porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá.

Dios Nunca Muere interpretado por Lila Downs

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *